La increíble leyenda del Inmutable

LOS EXÉGETAS de Mariano Rajoy han fabricado la leyenda del hombre inmutable para explicar esa costumbre que tiene el presidente del PP de pasar por los sitios y los cargos sin romperse ni mancharse. Cuenta la leyenda que él debe su éxito a la capacidad de resistir vientos, mareas, huracanes, tsunamis, escándalos, tornados y declaraciones de Esperanza Aguirre. Su aguante y su entereza son tales que hay quien dice que sería capaz de no inmutarse aunque le encontraran a su tesorero una cuenta en Suiza de 22 millones de euros. Se trata, naturalmente, de un ejemplo disparatado que se usa para mayor alabanza del líder. A nadie en su sano juicio se le puede ocurrir que el tesorero nombrado por Mariano Rajoy, un hombre que de tan legal se pasa, pueda defraudar a Hacienda. Ya puestos a alimentar la leyenda, hay quien sostiene que el presidente del PP sería incluso capaz de guardar silencio, sin desmentir ni confirmar, la hipotética -e increíble- noticia de que Luis Bárcenas, el tesorero, repartía sobresueldos en dinero negro a algunos compañeros de partido. Por Dios, qué monstruosidad. ¿En qué mente calenturienta puede caber semejante cosa?

A este paso, los exégetas hasta se atreverán a pronosticar que Rajoy afrontará desde el Gobierno, y sin inmutarse, la mayor ola de escándalos políticos conocida desde la etapa de Felipe González. Pero si todo el mundo sabe que él es un hombre que ha huido del escándalo toda su vida. ¿Hasta dónde pueden llegar los autores de la leyenda del hombre inmutable? Igual quieren hacernos creer que un Consejo de Ministros presidido por él podría indultar -con el informe en contra de la Fiscalía y del tribunal- a un conductor kamikaze condenado a 13 años de cárcel por matar a una persona. Esto ya sería demasiado, porque Mariano Rajoy es un hombre de Derecho, recto y justo como nadie.

La leyenda es apócrifa, seguro. El presidente del PP es un líder político que ha llevado siempre como divisa la frase de Bertrand Russell. «La fuerza de un político en una democracia depende de que adopte las ideas que parezcan buenas al hombre normal». Él mismo es un hombre normal y nunca haría cosas que le parecieran malas a sus semejantes.